Corriendo entre ficus, gallinas y cocoteros en Santo Domingo

El entreno de hoy ha sido mucho más mental de lo esperado.
La ida por el malecón de Santo Domingo ha sido llevadera, incluso divertida. Correr acompañada de gallinas durante un tramo del camino es una situación bastante graciosa para una madrileña como yo. Sin embargo, para la vuelta he tenido que recurrir a varias visualizaciones inspiradoras.
Esto es algo que descubrí la segunda vez que me preparé para una maratón. Ya lo decía Bernard Shaw: «Imagina lo que deseas, desea lo que imaginas y al final crearás lo que deseas.» Y aunque él lo aplicase más a proceso creativo, a mi me sirvió.

La primera vez que entrené para los 42,195 lo que hice fue meterle kilómetros a las piernas y sufrir bastante.

La segunda vez, sin embargo, el entrenamiento fue muy diferente. Me volví a descargar un entreno Runner’s y lo cumplía cayera quien cayese.
Me propuse salir a correr lloviese o hiciese el calor sofocante de Madrid en verano, estuviese triste, enfadada o cansada.
Y descubrí que era capaz de hacerlo. Que nada dura tanto como para vencerte. Que el poder está en tu mente. Que hay un extraño placer en conseguir superar una situación difícil y decirte «lo he conseguido». Y que cuando crees que no puedes más, evadirte, pensar en personas, cosas o lugares que te hacen sentir bien o que te inspiran, ayuda. Llevar la camiseta de la Fundación de Movistar Proniño en la maratón de Nueva York fue motivo de entusiasmo, aliento e inspiración. Saber que mis zancadas no sólo me satisfacían a mi sino que ayudaban a otros fue increíble.

Palmeras en el Caribe /©DebourcieuPhotography

Pero volvamos a Santo Domingo.
Correr con los biorritmos cambiados no siempre es fácil. Sueles hacerlo con sueño por la melatonina que te has tomado para no despertarte a las 3 de la madrugada de donde estés y con las tripas recordándote que en España es la hora, cuando menos, del aperitivo.
Si a esto le sumas el calor y la humedad del Caribe – 81% a las 7 de la mañana – el resultado es que hoy, la vuelta se me ha hecho dura y esos 12 kilómetros me han parecido 12 millas… ¡por lo menos!

Mi compañero de tirada por fin ha abandonado su mundo interior para acudir a mi rescate. Con que te cuenten algo, cualquier cosa, tu mente abandona el pensamiento en bucle y las distracciones te ayudan a dejar de pensar en el sufrimiento.

La vida, que es así. A veces necesitas apoyo. Otras, lo ofreces tú.

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